martes, 22 de septiembre de 2015

Suicidio, acto 1

Mi ser estará cansado, muy cansado,
anhelará el tacto fúnebre del descanso
y no existirá luz que brille lo suficiente
para que éste vuelva a abrir los ojos.

El cuerpo vacío se llenará
con pedazos pequeños de lo que fue,
intentará devorarse lo que pudo ser,
y morirá enfermo por un ¿por qué no lo hice?

O de hambre.

Y mi alma se suicidará,
cayendo suavemente desde mis pupilas,
exhalará lo que será su último aliento
y en su silencio dirá a gritos; perdón.

Que las lagrimas derramadas por mi pena
le den de beber en su camino
y mi último aliento le daré,
para que a donde quiera que vaya

pueda decir a todos que, al fin, es libre.

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