¡Eh! ¿Cómo crees
que olvidaría aquel momento?
Mi cuerpo
abrazaba a otro
en un cuarto
que no era de ninguno de los dos.
Ella se
convulsionaba entre mis brazos
mientras
yo la apretaba contra mi pecho.
Sus latidos
intentaban aferrarse a los míos,
pero mi
corazón le susurraba al suyo con voz de consuelo;
-Tranquilo.
Sólo es esta vez. ¡Por favor no me hagas esto!
Claro,
no funcionó.
Llovía, pero
no recuerdo dónde.
Lloraba,
pero no recuerdo qué o quién.
Y en la
intimidad nuestros cuerpos seguían atados.
Nuestros
brazos, frías cuerdas sin cadalso.
Mortales.
Me dolía el
corazón tras pensar soltarle
pero sería
más doloroso no hacerlo.
Y, de
repente, ¡PUM!
Montaña rusa
de espasmos.
Frías
intenciones dentro de una cálida escena.
¿Quién se
creería el cuento, en su momento claro está, de que aquello iba a doler?
¡Nadie!
Obvio.
La vista se
nubla, la mente se va a la luna
y los
cuerpos se quedan muertos por un momento.
Aunque
breve, lo olvidas.
Ella se
levantó, se vistió y se fue.
Y su fantasma
volvería luego para atormentarme.
Y pensar que
no sólo se llevó el dinero.
Pobres
de mis ojos que pagarían el resto.
Claro que la
culpa es mía.
Mi corazón
rogó piedad,
tenía en
claro que era su oficio.
Pero
mira como vine a parar.
Pd: Por si
con mis lágrimas y el sueño no te alcanzaba,
puta, aquí
tienes este texto.