Desde que te
conozco algunos colores ya no son iguales para mí; ya no temo al negro pues es
donde ahora me haces compañía.
El rojo me dibuja
un bosque confuso, que yo uso de pretexto para perderme y así encontrarme con
el camino a donde te vueles loca si te toco.
El café ahora es
estrella que me inunda las pupilas, el blanco me muerde los labios y se roba el
control de mi cuerpo. Me enciende la piel, estimula el deseo y me invita a no
dormir convirtiendo a la pasión en anfitriona de un baile solo para dos. En el
que la respiración, los besos y gemidos son los instrumentos de una orquesta
que entre los latidos desacompasados de nuestros corazones (que ahora es uno
solo) componen éste Vals.
Yo tengo dos
pies izquierdos y tú ganas de bailar.
En el rosa
yo me pierdo y tú me miras sin mirar.
La noche con
la que sueño se comienza a aproximar.
Y en tus
labios sé que empieza lo que acabo de terminar.
Esto no es
poema, es más bien una confesión.
Tinta, papel
y sentimiento. Tú, mi pequeño gran amor.